Muchas ciudades latinoamericanas sufren los problemas comunes de las zonas urbanas: congestión, contaminación, pérdida de identidad de barrios históricos, disminución de productividad, ruido, problemas de seguridad vial y crecimiento urbano desmesurado, entre otros. Los costos de congestión se traducen en tiempo y dinero invertido, además de otras externalidades como las emisiones de gases de efecto invernadero. Los análisis realizados en la región señalan costos de congestión de casi el 3% del PIB en América Latina y Caribe. Actualmente, las ciudades latinoamericanas albergan el 78% de la población total de Latinoamérica y se espera que esa proporción aumente hasta el 85% en 2050. Además, se ha producido un proceso de motorización de manera generalizada: solo en los últimos cuatro años, el número de coches en Latinoamérica ha aumentado un 6%. Esto se ha visto empujado por la rápida urbanización y el incremento de los salarios. Al mismo tiempo, las ciudades presentan un desequilibrio de la distribución de espacios y usuarios. Ante esta situación, algunas ciudades en la región como Sao Paulo o Ciudad de México han optado por realizar intervenciones de peatonalización permanentes o temporales, permitiendo que el espacio ocupado por los vehículos sea habilitado para el paso de peatones. Pero ¿qué implican estas peatonalizaciones?
En muchos casos, las peatonalizaciones se han entendido únicamente como una herramienta de planificación urbana para ordenar el espacio, para que todos los peatones pudieran hacer uso del espacio público. No obstante, es necesario enfatizar que estas acciones funcionan como parte de las actuaciones de ordenación de la movilidad en el espacio público para gestionar no solo el espacio, sino también el tráfico en las ciudades. Esto requiere una coordinación eficiente con el resto de la infraestructura de transporte para evitar desviar o incrementar los problemas de movilidad. Por ello, hay que entender las peatonalizaciones como intervenciones integradas en los proyectos de transporte urbano, de manera que su definición se apoye en sistemas de transporte públicos eficientes.
En cualquier caso, las peatonalizaciones no están libres de polémicas por los efectos que tienen sobre el urbanismo y el tráfico en las ciudades, ya que los modifican significativamente. Estos efectos pueden producir cambios en los usos del suelo, lo que puede llevar a la expulsión de usos residenciales, la modificación y especialización del uso comercial y, en ausencia de políticas generales de tráfico, pueden llevar al desplazamiento de los conflictos de transporte hacia la zona adyacente del área peatonalizada.
Un proceso de peatonalización es conveniente realizarlo junto con modelos de tráfico, planes de planificación urbana, planes de movilidad sostenible y planes de eliminaciones de barreras arquitectónicas para estructurar las zonas peatonales y las zonas contiguas para que los trayectos motorizados no se desvíen a otras calles.
Asumiendo una correcta realización del plan de peatonalización ¿qué beneficios pueden traer a la ciudad y a los ciudadanos?
- Mejora de la seguridad vial
La mayoría de los siniestros de tránsito de peatones y ciclistas (los 2 grupos más vulnerables) tienen lugar en las ciudades. De acuerdo con el departamento de Transporte de Estados Unidos, el 73% de las muertes de peatones y el 69% de las de los ciclistas tienen lugar en áreas urbanas. Además, los sectores marginados y más pobres de la sociedad tienen mayor riesgo de accidentalidad en tráfico. Solo en USA, las muertes de peatones de origen afroamericano desproporcionadamente alta (del 17%, cuando representan el 13% de la población).
La moderación del tráfico, la reducción de velocidad, la separación de espacios destinados exclusivamente a los peatones y, en definitiva, la protección de los peatones y ciclistas conlleva la mejora de la seguridad vial.
- Mejora de la movilidad peatonal
Muchas veces, las ciudades tienen una descompensación entre el espacio dedicado a los vehículos y el número de usuarios de vehículos. Las peatonalizaciones permiten hacer una redistribución del espacio de manera proporcional al tipo de usuarios. Por ejemplo, en la plaza de Times Square en Nueva York antes del proceso de peatonalización del 2014, el 90% del espacio era para vehículos mientras que el 90% de los usuarios eran peatones. Tras la operación, se invirtió la distribución de espacios haciéndolo acorde al volumen de usuarios, lo que permitió una mejor movilidad de los peatones.
No obstante, para que este tipo de actuaciones mejoren la movilidad, necesitan incluir medidas que armonicen el espacio peatonal con el resto de los espacios de la ciudad. En España, la peatonalización de 10 kilómetros de calles en San Sebastián incluyó 18 elementos de paso y 14 aparcamientos (4 de ellos de la tipología de parking subterráneo bajo plaza peatonal en superficie) (Machín Gil, 2015).
- Reducción de la contaminación
De acuerdo con los compromisos del BID en la lucha contra el cambio climático, los proyectos de transporte urbano se integran dentro del conjunto de operaciones alineadas con los objetivos de mejora del cambio climático, ya que estas operaciones, principalmente de transporte público, ayudan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En casos como Nueva York o Madrid señalan reducciones de contaminación del 25% gracias a la peatonalización. En el caso de las ciudades latinoamericanas, los medios oficiales señalan reducción de emisiones por estas actuaciones, aunque normalmente no se publica la cuantificación.
No obstante, podemos encontrar ejemplos de peatonalización donde la contaminación se reduce drásticamente tras la intervención, como en el caso de Quito, donde las reducciones de contaminación fueron entre el 20% y el 30% en las calles García Moreno y Chile.
- Mejora de la calidad de vida
Principalmente, para los residentes, pero también para los transeúntes. Todo esto debido a la disposición de más espacio, menos ruido y menos emisiones. Normalmente, hay una situación inicial de reticencia de los ciudadanos a cambios tan drásticos en los centros urbanos y a las incomodidades y molestias de las propias obras: situación que se invierte con el paso del tiempo. La American Journal of Public Health señaló la relación entre la presencia de espacios peatonales y ciclistas y la baja tasa de obesidad. Las ciudades con mayores tasas de peatones y ciclistas tienen niveles de actividad física más cercanos a los recomendados por los profesionales y una proporción más baja de diabéticos. A esto hay que añadir que caminar es el modo de transporte menos contaminante y más barato.
- Impacto sobre el comercio
No es baladí el efecto de las peatonalizaciones sobre el comercio, ya que, a pesar de la reticencia de algunos sectores comerciales, se utiliza como modelo de promoción comercial, en la que las zonas peatonales compiten con los centros comerciales periféricos. Un análisis realizado por la OCDE en Alemania señaló un aumento de ventas en el 20% de los comercios en Colonia, del 25% en Copenhague, del 40% en Múnich, del 20% en Viena y de un 70% de los negocios en Hamburgo. Existen casos de disminución de las ventas no cuantificados como en el caso de Gotemburgo (Suecia).
Tal es el éxito en algunos casos, que se deben aplicar políticas donde se garantice la protección de los usos residenciales ya que, tras estas políticas de revitalización de centros, puede haber un riesgo elevado de terciarización de los usos del suelo.
En conclusión, la peatonalización debe ser una herramienta integrada en una estrategia general de movilidad y accesibilidad, coherente con la planificación urbana de la ciudad.
Fuente: Banco Interamericano de Desarrollo