La antropóloga Margaret Mead en una ocasión comentó que, para ella, lo que simbolizó el inicio de la civilización fue el vestigio de un fémur humano roto que había sanado, porque cualquier miembro de otra especie animal con una fractura de este tipo habría muerto al no poder huir de los depredadores o levantarse para comer o beber agua; pensar que un hueso cuya integridad es indispensable para el desplazamiento hubiera sanado, implicaba que había habido alguien que se había quedado para atender al lesionado y cubrir sus necesidades para garantizar su supervivencia. La solidaridad y el cuidado comunitario de la salud son clave para que la humanidad avance hacia nuevas etapas y la incorporación tan amplia de la tecnología que plantean las Smart Cities definitivamente representa un nuevo momento en nuestra evolución.
La pandemia de Covid-19 que hemos enfrentado en los últimos meses también deja ver la importancia de desarrollar e implementar nuevas tecnologías que permitan erradicar los desfases económicos, educativos y de acceso a la salud que existen en todo el mundo.
La telemedicina se refiere a la aplicación de técnicas y conocimientos a la predicción, prevención, diagnóstico y atención de las enfermedades practicada a distancia, es decir, a través de dispositivos e instrumentos que permiten recavar datos de los enfermos, para después analizarlos y poder plantear tratamientos que les ayuden a recuperar su salud o a paliar sus padecimientos; adicionalmente, este enfoque ayuda a vigilar de manera más proactiva la salud pública, lo cual probablemente es la parte más importante del sistema de telemedicina basado en datos de una ciudad inteligente.
Los alcances de la telemedicina
Los mecanismos que se pueden implementar para estudiar los patrones y perfiles de las patologías incluyen expedientes de salud electrónicos, tecnologías de localización y sensores remotos, por mencionar algunos avances, los cuales proporcionan asistencia en el rastreo de brotes y preocupaciones de salud pública, así como la comunicación con los ciudadanos respecto a los ciclos de enfermedades estacionales y nuevos temas, lo cual permite comprender y hacer los cambios pertinentes para prevenir y/o solucionar riesgos y problemas, incluso los relacionados con los efectos del clima en la salud, la calidad del aire y el agua y hasta el impacto del estrés en el bienestar de los habitantes de la urbe, ya que también se puede obtener y evaluar esta información.
Otra de las cuestiones en las que esta combinación de medicina e innovación puede ayudar es a evitar traslados de gente a hospitales y clínicas cuando no se trata de urgencias, lo cual, además de reducir costos de transporte y tiempo, puede auxiliar en la prevención del contagio de infecciones evitando exponer a otros pacientes, médicos y enfermeros a ellas, generando, a su vez, otro tipo de ahorros que abonan a la calidad de vida, no sólo en las metrópolis, sino también en zonas rurales porque la gente tendrá mayor oportunidad de comunicarse con expertos de la salud al poderse ofrecer consultas remotas a través de videollamadas, sin la necesidad de hacer largos viajes.
La telemedicina puede también aplicarse a otros sectores de la población que generalmente quedan descuidados, como lo son el de los internos en las cárceles, las personas con discapacidades o enfermedades crónicas o los adultos mayores que viven solos: los especialistas y doctores podrán dar atención digna a las personas que no puedan estar presencialmente en sus consultorios, como puede pasar con los presos. En el caso de quienes atienden llamadas de emergencia, podrán tener a la mano información que podría representar un peligro para la vida de algún individuo gracias a los implementos tecnológicos de rastreo y con esta información, prestar el apoyo requerido, por ejemplo, cuando personas de la tercera edad sufran de alguna caída en un parque o en su domicilio y no les sea posible dar a conocer esta situación.
Por otra parte, servicios de salud integral como aquéllos relacionados con la psicología, la psiquiatría, la nutrición y la medicina familiar también pueden ser ofrecidos a distancia, eficientizando así la atención sin necesidad de desplazarse.
Muchas veces ésta puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
En cuanto a la pandemia de coronavirus que actualmente vivimos, han surgido algunos proyectos que han podido ser implementados gracias a esta nueva rama de las ciencias de la salud, por ejemplo, en Latinoamérica se puso en marcha el del Hospital en casa, a través del cual se proporcionan cuidados y seguimiento a los pacientes con síntomas leves que son considerados de bajo riesgo; de esta manera, se brindan interconsultas con médicos especialistas: neumólogos, servicio médico a domicilio, medicamentos, análisis clínicos, servicios auxiliares de salud y ambulancias, de ser necesario, siendo la atención más rápida y el seguimiento más sencillo, arrojando beneficios como ahorros económicos y reduciendo al máximo situaciones física y emocionalmente desgastantes al prevenirse complicaciones.
La Inteligencia Artificial y el Internet de las Cosas, por su parte, aportan sistemas capaces, entre otras cosas, de mejorar los tiempos entre pruebas y resultados, conseguir toda la información sobre el enfermo, avisar a quienes hubieran tenido contacto con la persona para tomar las medidas pertinentes para cada caso, proveer wearables (instrumentos que se pueden llevar puestos) con sensores para vigilar signos vitales, utilizar herramientas de machine learning y suministrar información a centros de salud para identificar pacientes y proporcionarles oportunamente la asistencia médica que necesitan.
La telemedicina incluso puede ayudar a prevenir padecimientos al poderse registrar los hábitos alimenticios, de compra y consumo de comida de las personas, cuando los supermercados ya pueden capturar esta información y si alguien soliera adquirir más alimentos con grasas y sodio, se podría dar aviso al sistema sanitario para que éste se adelante y tome las medidas pertinentes.
La tecnología puede infiltrarse casi en cualquier área de la vida humana, lo que, si se aplica con prudencia y sabiduría, puede garantizar mayores niveles de bienestar general de formas más sustentables y equitativas.
La salud integral debe ser prioridad a nivel comunitario al ser un derecho humano que debería ser garantizado a toda costa; el hecho de que esto aún no es así, entre otras cosas, se ha evidenciado y magnificado por la pandemia que nos encontramos atravesando.
La telemedicina puede ser un recurso que nos ayude a cubrir los problemas existentes, prevenir los que pudieran surgir y contribuir a la felicidad y plenitud de los habitantes tanto de ciudades inteligentes, como de cualquier otro espacio en el mundo.